lunes, 11 de enero de 2010

Ya no se puede vivir


En medio de una crisis internacional generada por los países centrales y que dejó a millones de personas sin su trabajo, sin sus propiedades, al no poder pagar sus hipotecas, donde se vio reflejado la xenofobia a ultranzas en países que temían que los extranjeros les arrebataran sus fuentes laborales, que habían caído estrepitosamente, donde estuvo en juego, nada más y nada menos que la dignidad humana, en medio de esta debacle, con efecto dominó, en esta parte de América , en esta Argentina jaqueada por las críticas, donde la palabra “caos” es moneda corriente de los decidores de turno, la sangre no llegó al río

Ni se disparó el dólar, ni se agotaron las reservas, ni quebró el sistema financiero. El Estado aseguró los beneficios de los jubilados que las AFJP habían expoliado, se aplicaron políticas proteccionistas y si bien hay una deuda social aún incumplida, la asignación universal por hijo es una gran batalla ganada a la exclusión.

Pero, por supuesto, nada de esto es suficiente para disuadir al enemigo, que sigue ahí, agazapado, en las corporaciones mediáticas afectadas por la nueva Ley de Medios Audiovisuales, en los grandes centros de concentración económica que no quieren abandonar sus privilegios y aún en las capas medias de una sociedad idiotizada que reclama a cacerolazos por la seguridad, con la misma violencia con que defendió a los sectores más poderosos y recalcitrantes de la derecha que no distingue entre genocidas y genuflexos del Poder económico, que perdió la posibilidad de guardar un pensamiento crítico, laborar intelectualmente aquello que le dan masticado y regurgitado, porque ser “opinado” es más cómodo, menos comprometido que convertirse en sujeto protagonista de un cambio paradigmático y no les quita tiempo para ver a sus divas indiscutibles, hacedoras de una verdad con fotoshop, que retroalimentan su deseo de pertenecer.

Rara utopía la de nuestra clase media, que se embelesa con ese modelo neoliberal que es la causa de su desgracia y desprecia , le teme, aniquila al otro, vocifera a favor de la baja de imputabilidad de un niño, se horroriza tímidamente ante un caso de gatillo fácil, porque su moral occidental y cristiana, así le manda, pero por lo bajo agradece a su Dios que un peligro menos se cierna sobre la seguridad de sus hijos, llama revanchismo a la lucha de las organizaciones por los Derechos Humanos, a la justicia de la Democracia que procesa genocidas mientras justifica prácticas fascistas en los guardianes de la “seguridad” de su clase.

Ya no se puede vivir, gritan a viva voz, mientras llaman a las plazas, apropiándose de históricas trincheras populares, o proponen apagones o marchas por la seguridad de algunos, tampoco falta la diatriba falaz mientras esperan, expectantes, a que comience a sesionar esta nueva derecha que supieron conseguir y por supuesto ya están especulando con el levantamiento de un pueblo ante posibles vetos del ejecutivo a proyectos de Leyes que aun no conocen, pero eso poco importa, el tema es crispar, desestabilizar, demoler, devastar, por si las moscas.

Ya no se puede vivir, pero de hecho, estamos vivos y de pie.

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